El Centenario de Ronald Coase « Economía Posible

por Christian Ruzzier

Al menos desde Adam Smith, con su descripción de la fábrica de alfileres, somos (¡los economistas, al menos!) plenamente conscientes de las ventajas de la especialización y la división del trabajo. Pero en un mundo especializado en el cual nadie produce todo lo que desea consumir, los individuos se vuelven dependientes los unos de los otros. Aparece entonces la necesidad de coordinar las actividades de todos ellos y también de motivarlos, ya que no es inmediatamente obvio que esté en el interés individual el promover una solución eficiente al problema de coordinación.

Durante 200 años desde Smith, la Economía destacó las virtudes del sistema de precios en esta tarea de coordinar y motivar la actividad humana: bajo determinadas condiciones, podemos dejar a cada quien perseguir sus propios fines egoístas y todos serán guiados, como por una mano invisible, a promover el interés general. Con mercados que funcionan correctamente, el problema de coordinación y motivación se resuelve de manera descentralizada, mediante el sistema de precios.

Los economistas, de hecho, nos hemos vuelto expertos en el estudio de los mercados. Paradójicamente, buena parte de la actividad económica ocurre dentro de organizaciones como la empresa – es decir, fuera del mercado.  La pregunta del millón surge naturalmente: si los intercambios voluntarios entre diferentes agentes funcionan tan bien, ¿por qué recurrimos tanto a las empresas para coordinar y motivar la actividad económica, en vez de usar el sistema de precios o la negociación entre individuos?

La típica imagen de la empresa en la mayoría de los libros de texto – una caja negra que simplemente genera una cierta cantidad de producto a partir de una cierta cantidad de insumo – podría inducir a creer que los economistas no se toman muy en serio lo que ocurre en una gran porción de la economía. Que esto sea sólo eso – una creencia – podemos agradecérselo a un economista para nada tradicional que hoy cumple 100 años y quien en 1937 fuera el primero en plantearse seriamente la pregunta del millón. En sus propias palabras:

In view of the fact that while economists treat the price mechanism as a coordinating instrument, they also admit the coordinating function of the ‘entrepreneur’, it is surely important to enquire why coordination is the work of the price mechanism in one case and of the entrepreneur in another.

El economista de quien estoy hablando no es otro que Ronald Coase y el artículo en el se planteó la pregunta es “The nature of the firm“, publicado en Economica. En Google Scholar tiene 16394 citas. Para darse una idea de la magnitud de esta cifra, traten de encontrar un artículo que lo supere (si pensaron en “The Problem of Social Cost”, también de Coase, les aviso que tiene “sólo” 15169).

La cita sintetiza la nueva perspectiva aportada por Coase (que le valió la mitad de su premio Nobel en 1991): mercado y empresa no son más que dos mecanismos alternativos para gobernar una transacción. El corolario que se desprende naturalmente es que la elección entre mercado y empresa puede estar guiada por criterios de eficiencia: una transacción es traída dentro de la empresa cuando es más barato organizarla de esa manera.

Esto puede sonar como una obviedad, pero en la época sólo lo fue para Coase – quien, nota al margen, ve su contribución a la Economía como precisamente eso: puntualizar obviedades (como él mismo expresara al recibir el Nobel). El hecho de que el trabajo de Coase pasara desapercibido por casi 40 años, cuando fue redescubierto y extendido por Williamson (recibió el Nobel en 2009 por esta contribución), es evidencia fiel de lo adelantado a su tiempo que estaba el pensamiento del joven Coase de 1937.

El caso de Coase es extraordinario (y no sólo por llegar al centenario). Es difícil encontrar un economista que haya tenido un impacto tan profundo en la profesión habiendo escrito tan poco: en casi 80 años de carrera, tan sólo una docena de artículos significativos (y muy pocos insignificantes), con la mayor parte de aquel impacto atribuible a sólo dos de ellos. Pero quizás la contribución más significativa de Coase sea el recordarnos que no puede hacerse Economía (sólo) desde un pizarrón:

As I see it, progress in understanding the working of the economic system will come from an interplay between theory and empirical work. The theory suggests what empirical work might be fruitful, the subsequent empirical work suggests what modification in the theory or rethinking is needed, which in turn leads to new empirical work. If rightly done, scientific research is a never-ending process, but one that leads to greater understanding at each stage.

Esta entrada fue publicada el a las 29 diciembre 2010 y está archivada bajo las categorías Academia, Invitados. Puedes seguir las respuestas de esta entrada a través de sindicación RSS 2.0. Tanto comentarios como pings de momento quedan cerrados.


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