El enfoque institucionalista: algunos comentarios generales.

Para algunos, el enfoque general descrito arriba parecería algo muy evidente, que no
agrega nada nuevo. Varios puntos pueden señalarse a este tipo de comentario.
Primero, existe un grado de énfasis sobre factores institucionales y culturales que no se
encuentran en las corrientes principales (“mainstream”) de la teoría económica.
Segundo, el análisis es abiertamente interdisciplinario, reconociendo aportes de la
política, la sociología y psycología y otras ciencias. Tercero, no se recurre la modelo del
agente racional, maximizador de utilidades. Por cuanto se involucra la concepción del
agente individual, se trata de enfatizar tanto el predominio del hábito así como la
posibilidad de una novedad caprichosa. Cuarto, las técnicas matemáticas y estadísticas
son siervos reconocidos (en lugar de ser) la esencia de la teoría económica. Quinto, el
análisis no inicia construyendo modelos matemáticos: empieza de hechos estilizados y
conjeturas teóricas respecto los mecanismos causales. Sexto, se hace uso extensivo
de materiales histórico-comparativos respecto las instituciones socio-económicas. En
varios de estos aspectos, la economía institucional esta en discrepancia con mucho de
la corriente económica principal (“mainstream”).
Esto no debe y no significa, no obstante, que los institucionalistas se convierten en
recolectores de datos (“data-gatherers”). Ninguna comprensión o explicación es posible
sin la teoría. Veblen y Commons, como fundadores de “antiguo” institucionalismo,
sabían que la teoría no surgía por inducción a partir de los datos. Todos los análisis
empíricos presuponen una serie de conceptos y una implícita o explícita teoría. Por
esta razón, empezar con hechos estilizados debe a su vez requerir una previo marco
conceptual. El institucionalismo intenta proveer este amplio marco en términos de una
serie de guías teóricas y metodológicas. Entre los institucionalistas, no existe una serie
de guías definitiva acordada, pero surge un número de temas comunes.
Por ejemplo, un problema central es la identificación de los que podría denominarse los
“tipos ideales”. Estas son descripciones abstractas de situaciones, fenómenos o
personas que indican las características generales sobre las cuales se concentrará el
teórico como función crucial de la explicación. Es imposible incluir todos los detalles y
todas sus características en tal iniciativa debido a que en los sistemas
socioeconómicos son muy complejos y abiertos en el sentido en que interactúan con su
medio ambiente externo. Un proceso de abstracción debe ocurrir donde las estructuras
y características esenciales del sistema son identificadas. Obviamente, la pregunta
crucial, es cuál será el tipo ideal elegido en el análisis de ciertos fenómenos dados.
Para responder a esta pregunta se requiere de una metodología que distingue los
aspectos generales de los específicos de cualquier fenómeno dado. Haciendo esta
distinción, y tal vez utilizando material comparativo de otros sistemas socioeconómicos,
es posible construir y desarrollar hipótesis respecto los vínculos causales detrás de los
fenómenos observados.
Esta descripción de los fundamentos metodológicos y meta teóricos del enfoque
institucionalista es muy incompleta. Limitaciones de espacio impiden mayor
elaboración. No obstante, lo que si esta claro, es que tales temas metodológicos se han
convertido en tópicos muy presentes en la década de 1980 y de 1990, con una
verdadera explosión en la literatura de la metodología económica. Institucionalistas han
hecho significativas contribuciones a esta literatura y están jugando una parte en el
desarrollo de enfoques apropiados para el análisis económico.