Explicando Instituciones: El problema de la infinitud regresiva institucional

En esta parte se argumenta que los intentos de explicar el origen y sustento de las
instituciones sobre la base del supuesto de individuos dados tiene fallas internas e
inconsistencias. Por lo tanto, los intentos de explicar instituciones de esta manera
deben abandonarse. La puerta se abre para un enfoque más abierto, reminiscente de
los primeros institucionalistas.
Dos tipos de errores opuestos son posibles. Los “deterministas culturales”, enfatizan
demasiado en cómo los individuos son formados por las instituciones. [14] Las
perspectivas “sobre socializados” del comportamiento del humano ha sido ampliamente
criticada (Mark Granovetter 1985). En el lado opuesto del espectro, el “nuevo
institucionalismo económico”, otorga no más que un débil énfasis al proceso de
condicionamiento institucional, y se concentra principalmente en la emergencia de
instituciones a partir de la interacción de individuos dados. Esta sección explora los
problemas que pueden surgir si se enfatiza exclusivamente sobre está dirección causal.
El distintivo “nuevo” proyecto institucional ha sido identificado como el intento de
explicar la existencia de instituciones refiriéndose a un modelo dado del
comportamiento individual, y sobre la base de un inicial “estado de la naturaleza” libre
de instituciones. El procedimiento comienza con individuos dados y de allí pasa ha
explicar instituciones.
Sin duda, alguna substantiva reveladora heurística sobre el desarrollo de las
instituciones y las convenciones se han logrado sobre la base del supuesto del
individuo dado, el individuo racional. El principal problema que aquí se considera es el
programa de investigación incompleto en su intento de proveer una teoría general de la
emergencia y la evolución de las instituciones. Algunos enfoques “evolucionistas” que
intentan resolver este problema se consideran al final de la sección.
A. Los problemas internos en las explicaciones basadas en individuos dados.
Alexander Filed (1979, 1984) ha propuesto un problema calve en el nuevo proyecto
institucionalista de intentar explicar las instituciones en términos de individuos
racionales dados. Al intentar explicar el origen de las instituciones sociales a partir de
individuos dados, la nueva economía institucional debe presuponer un marco social
que gobierna su interacción. En cualquier, hipotético, original “estado de la naturaleza”
de la cual las instituciones parecen haber surgido, ya se presuponen un número de
reglas, y normas culturales, sociales. Ningún “experimento del pensamiento“, que
supone un “estado de la naturaleza”, libre de instituciones, ha sido postulado sin ellas.
Por ejemplo, los teóricos del juego como Schotter (1981), toman al individuo “por
supuesto”, como un agente maximizando sus compensaciones previstas sin
ambigüedad alguna. Sin embargo, intentar explicar los orígenes de las instituciones por
medio de la teoría del juego, Field (1984) señala que ciertas normas y reglas deben
presuponerse inevitablemente desde un inicio. No puede haber juegos sin reglas
previas y por tanto la teoría de los juegos nunca puede explicar las mismas
elementales reglas. Incluso en una secuencia de juegos en repetición, o de juegos
empotrados dentro de los juegos, porque por lo menos un juego o meta-juego, con una
estructura y recompensas, debe asumirse desde un inicio. Por lo tanto, cualquier
intento de ese tipo para explicar la historia en términos de juegos en embriónicos
supone una problema de regresiva infinidad: incluso con juegos sobre juegos en torno
a juegos, a la N potencia, existe por lo menos un juego que requiere explicarse.
Como otro ejemplo, la teoría del costo de transacción de la empresa de Williamson,
toma el mercado como su original estado de la naturaleza. Escribe en un pasaje
famoso que ”en el principio había mercados” (Williamson 975, p. 20); este punto de
partida es muy característico de su enfoque. A partir de este contexto original, algunos
individuos pasan a crear empresas y jerarquías. Estas se sostienen si sus costos de
transacción son menores.
Sin embargo, el propio mercado es una institución. El mercado supone normas
sociales, costumbres y relaciones de intercambio instituidas, y –algunas veces
organizadas concientemente-, redes de información que a su vez deben explicarse
(Dosi 1988; Hodgson 1988). Las relaciones de intercambio y los mercados en si
mismos suponen reglas complejas. En particular, la institución de la propiedad privada
en si misma requiere una explicación. Los mercados no son un inicio libre de
instituciones. Como si en búsqueda del original, “estado de la naturaleza”, libre de
instituciones previo a la propiedad y los mercados, Williamson (1983) argumenta que la
propiedad privada puede surgir por medio del “ordenamiento privado”, es decir, de las
transacciones de individuo a individuo, sin legislación estatal o su interferencia.
La cuestión de la posibilidad de la propiedad y del contrato sin que el estado juegue
algún role se debate en la teoría del derecho. Sin embargo, existe otra objeción
fundamental a la idea de intentar fundar las explicaciones de la propiedad o
instituciones solamente en individuos. Incluso si el estado estuviera ausente, los
individuos para poder interactuar, se apoyan en costumbres, normas y, más
enfáticamente, la institución del lenguaje. La comunicación interpersonal, la cual es
esencial a todas las historias del surgimiento institucional, que a su vez depende de la
lingüística así como de otras reglas y normas. El concepto compartido de la propiedad
individual requiere algunos medios de comunicación, utilizando conceptos comunes y
normas, tanto antes, así como después, de que se pueda establecer el reconocimiento
tácito o explícito de los derechos de propiedad. Incluso si el estado puede estar
ausente de estos procesos, todavía se requieren algunas instituciones previas.[15]
Antes de que un individuo pueda elegir, el o ella requiere de un marco conceptual para
poder organizar el mundo.[16] Más general, considerando la figura de la elipse accióninformación
(página??), la recepción de la “información”, en la historia del nuevo
institucionalismo, requiere un paradigma o marco cognitivo para su procesamiento y
hacer comprensible la información. Además, nuestra interacción con otros requiere del
uso de la institución del lenguaje. No podemos comprender el mundo sin conceptos y
no podemos comunicarnos sin alguna forma de lenguaje. Sin la previa
institucionalización de los individuos, la elipse acción-información no puede
completarse. Así como argumentan el institucionalismo “antiguo”, la transmisión de la
información de la institución al individuo es imposible sin un proceso de aculturación
simultáneo, en el cual el individuo aprende el significado y valor de los datos de la
experiencia que se comunican. La flecha de la “información” en el lado derecho de la
figura siempre y necesariamente tal proceso de aculturación. La información no puede
ser recibida a no ser que el individuo ha sido en cierto grado aculturado previamente a
través de su involucramiento con instituciones.[17]La comunicación requiere de un
individuo institucionalizado.
En la economía institucional “antigua”, la cognición y el hábito tienen ocupan un lugar
central. Se subraya el aprendizaje y el conocimiento. También hay una insistencia que
la percepción de la información no es posible sin hábitos previos del pensamiento para
otorgarle un significado. Sin tales hábitos, los agentes no pueden percibir ni organizar
el uso de la información recibida por sus sentidos. Los hábitos por lo tanto tiene un role
cognitivo crucial: “Todos los hechos de la observación son vistos, necesariamente, a la
luz de los hábitos del pensamiento del observador” (Veblen 1914, p. 53). Tales hábitos
a través del involucramiento en las instituciones. El proyecto central del “nuevo”
institucionalismo de explicar instituciones solamente a partir de individuos está por lo
tanto mal concebido. El problema aquí identificado de la regresión infinita mina
cualquier afirmación del “nuevo institucionalismo” de la explicación de que el
surgimiento de las instituciones puede iniciar con algún tipo de ensamblaje original de
individuos (racionales) libres de instituciones en la cual no existe, supuestamente, una
regla o institución, que debe explicarse. Como mínimo, los cuentos del “nuevo”
institucionalismo sobre la evolución de las instituciones dependen de la comunicación
interpersonal de la información. Y la misma comunicación de la información requiere
conceptos compartidos, convenciones, reglas, rutinas, y normas. Estas, a su vez,
deben ser explicadas.
B. Qué surgió primero: el huevo o la gallina?
Lo que aquí se está enfrentando es la posibilidad utilizar individuos dados libres de
instituciones como el punto inicial de la explicación. No es posible comprender cómo
las instituciones son construidas sin observar a los individuos como empotrados en una
cultura hecha de muchas instituciones ínter actuantes. Las instituciones no sólo
constriñen a los individuos sino que también los influencian. Por consiguiente, si existen
influencias institucionales sobre individuos y sus metas, entonces éstas valen la pena
explicarlas. A su vez, la explicación de las mismas podría darse en términos de otros
individuos con metas. Pero donde debería detenerse el análisis? Las metas de un
individuo pueden explicarse parcialmente por instituciones relevantes, cultura, y así en
adelante. Estas a su vez podrían explicarse en parte en términos de otros individuos.
Pero estas metas y acciones de los individuos pueden entonces explicarse en parte por
factores culturales e institucionales, y así en adelante, indefinidamente.
Aparentemente estamos involucrados en una regresión infinita. Similar al enigma: “qué
surgió primero: el huevo o la gallina”?. Tal análisis nuca alcanza un punto final. Es
simplemente arbitrario detenerse en una etapa en particular en la explicación y decir: “
todo puede reducirse los individuos”, o igualmente, decir: ”todo es social e institucional”.
El punto principal es que en esta regresión infinita, ni el individuo, ni los factores
institucionales tienen una completa primacía explicativa. La idea de que todas las
explicaciones tienen en última instancia que ser solamente en términos de individuos (o
instituciones) es infundada.
Por lo tanto existe una determinación de círculo inviolable. Sin embargo, esto no
significa que las instituciones y los individuos tienen un status ontológico y explicativo
equivalente. Claramente, ellas tienen características diferentes. Su mecanismo de
reproducción y procreación son muy diferentes. Los individuos tienen metas, mientras
que las instituciones no las tienen, por lo menos no en el mismo sentido. Las
instituciones tienen tiempos de vida diferentes a los individuos, algunas veces
superando a los individuos que contienen. Crucialmente, cada individuo nace en, y está
moldeado por, un preexistente mundo de instituciones: incluso si estas instituciones
fueron hechas por otros y puedan cambiarse. Hemos visto que el proyecto del nuevo
institucionalismo de explicar el surgimiento de instituciones sobre la base de individuos
dados culmina en dificultades, particularmente respecto la conceptualización del estado
inicial desde el cual las instituciones supuestamente emergen. Esto no significa que
toda la investigación del “nuevo” institucionalismo no tiene valor, pero indica que el
punto de partida de las explicaciones no puede estar libre de instituciones: el proyecto
principal debe reformularse solamente como una parte de un análisis teórico de las
instituciones más amplio. El proyecto reformulado enfatizará la evolución de las
instituciones, en parte desde otras instituciones en lugar del hipotético “estado de la
naturaleza”, libre de instituciones. Lo que se requiere es una teoría del proceso, de la
evolución y del aprendizaje, en lugar de una teoría que procede a partir de un “estado
de la naturaleza” libre de instituciones, que es tanto artificial, así como insostenible.
C. Hacia explicaciones evolucionistas del cambio institucional.
En algunos casos es obvio la característica “estática comparativa” de las explicaciones
de dicho “nuevo” institucionalismo. Sin embargo, una de las razones para el
surgimiento del pensamiento “evolucionista” en economía desde mediados de la
década de 1980 ha sido un intento de romper con los constreñimientos de este modo
de explicación con sus dos puntos fijos terminales. Debido a que no existe una
respuesta a la cuestión del huevo o gallina, la pregunta misma debe cambiarse La
cuestión no debería ser “qué surgió primero” sino “qué procesos explican el desarrollo
de ambos”. Esto supone un distanciamiento de la estática comparativa hacia un marco
de análisis evolucionista y abierto. Algunos movimientos en esta dirección por dos
prominentes “nuevos” institucionalistas ya han conducido a cierto grado de
convergencia con las ideas evolucionistas y abiertas de los “antiguos” institucionalistas.
Esto es evidente en los trabajos tardíos de Hayek (1988) y los recientes escritos de
North (1990).
Tales explicaciones evolucionistas suponen la búsqueda de “una teoría del proceso de
cambios consecutivos, conocidos como continuos y auto propagadores y de no tener
un término final” (Veblen 1919, p. 37). De manera enfática, el abandono del intento por
explicar todas las instituciones en términos de individuos dados no significa el
abandono de la explicación teórica. En su lugar, los orígenes y el desarrollo de las
organizaciones e instituciones se ven como un proceso evolucionista. Hoy existe un
número substancial de trabajos en esta área, con uso extensivo de las metáforas
evolucionistas tomadas de la biología.