La identidad en la organización


INTRODUCCIÓN
A lo largo de la historia se ha señalado al ser humano como un ser eminentemente social y como tal tiende a organizarse para el logro de sus fines, por ello, al paso del tiempo ha dado pie a la conformación de agrupaciones que de acuerdo con las diversas perspectivas se distinguen por sus características de acuerdo a la época o ideología prevaleciente.
Varios de los investigadores que se revisaron para la elaboración de este ensayo son norteamericanos porque en Estados Unidos han predominado las investigaciones sobre las organizaciones dado que coincide con la política y el sistema económico que desde los años 70´s prevalecía en el poder.
Al abordar las organizaciones se ha descrito desde el funcionalismo, su desenvolvimiento tanto en su interior como al exterior al interactuar con otras organizaciones; al interior se pueden observar sujetos que interactúan con base en varios factores que van desde sus intereses personales, por la influencia de otros o incluso por cubrir expectativas afines a la organización permitiendo que esta los aliene.
Al exterior, las organizaciones se mueven en función del mercado por ejemplo, de la eficiencia y también por el desempeño de los trabajadores; también se manejan toda una serie de intereses que determinan su adaptabilidad, permanencia o incluso desaparición.
Como podemos darnos cuenta, el factor comportamiento es motivo de análisis, pero más que eso, me interesa hablar de una característica de la organización y de quienes la conforman, que los caracteriza como únicos y que es determinante de cierta forma tanto en la toma de decisiones como en la conducta o las relaciones a nivel individuo u organización.
Es por ello que el motivante principal para la elaboración de este trabajo es abordar la identidad en la organización desde varias corrientes teóricas desde los modelos del comportamiento que describen desde una representación funcionalista el modelo económico de comportamiento y los modelos de racionalidad retrospectivo, moral, social y cognitivo, todos ellos enfocados a describir lo que en la jungla de la realidad sucede y el cómo el sujeto ya sea que racionalice, reflexione o incuso aprende con los demás y como proyecta eso que ha interiorizado y que de una u otra forma lo describe por sus características o cualidades a través de su identidad.
Más adelante se revisa la perspectiva caracterológica que es otra corriente que se ha preocupado por analizar el comportamiento buscando su correlación con la afectividad o incluso la información genética de las personas y la forma en cómo se desenvuelven al interior de una organización.
Por último se aborda la teoría crítica que desde sus fundamentos marxistas pretende abordar el comportamiento no desde el funcionalismo sino del estructuralismo pues le interesan la forma en cómo el sujeto permite que se manipule su persona y cuestiona los modelos predominantes para encaminar poco a poco su estudio hacia los comportamientos que permiten que la persona logre su autonomía.
Cada enfoque realiza un análisis histórico social, ello explica su importancia para la reflexión que pretendo realizar acerca de la identidad porque sea desde un enfoque u otro la identidad va ligada al comportamiento.

El tema de las organizaciones genera en nuestra mente imágenes e ideas diversas, referentes a su estructura, propósitos, misión y tantos otros datos que pueden ser analizables desde múltiples perspectivas, sin embargo, los individuos que conforman las organizaciones pasan dentro de este análisis a un plano secundario y lo digo en función de sus cualidades, valores, sentimientos pues de acuerdo con cualquier perspectiva teórica, son uno de los elementos que precisamente le dan identidad a la organización, sin embargo, yo me pregunto, ¿Los individuos se identifican con su organización? ¿La identidad de la organización depende de la identidad de sus integrantes? ¿Cuál es el mecanismo que genera la identidad en los sujetos?
Los sujetos son parte de la organización, son un elemento más. Con esta afirmación quiero decir que si bien hay teorías que sí analizan la identidad de los sujetos en la organización, no todas lo hacen de forma explícita.
Emergen de la teoría conceptos como negociación, motivación, relaciones humanas, control, entre otros que si bien nos señalan la tendencia de interpretación de los investigadores y su sustento teórico también nos incitan a voltear la mirada hacia el efecto que provocan en la conducta humana reflejada en la toma de decisiones hablando de economía o el desempeño hablando de intereses que mueven a elecciones en la dinámica de la organización y es que esas elecciones están de cierta forma condicionadas por la identidad que la misma organización y su administración generan en los sujetos y teniendo variaciones de acuerdo a la posición que ocupen en la misma.
Por ello considero importante que la guía de este trabajo recaiga en un intento de análisis crítico acerca del origen o detonante de la identidad en la organización dado el momento histórico de las diversas perspectivas teóricas y si esto responde a los cuestionamientos antes enunciados.


¿Qué es la identidad?
Para introducirnos en el tema hay que plantear la concepción primeramente de lo que se considera la identidad y en consecuencia la identidad en la organización.
De acuerdo con la Real Academia de la Lengua (2001). La identidad tiene las siguientes acepciones:
· identitas, -atis (latín).
· Cualidad de idéntico.
· Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.
· Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás.
· Hecho de ser alguien o algo, el mismo que se supone o se busca.
De lo anterior queda claro que la identidad implica una serie de características definidas que hablando de personas las distinguen unas de otras; esa identidad está vinculada al sistema de valores de la persona y determina en gran medida su comportamiento.
De igual manera la identidad en la organización, está conformada por un conjunto de atributos que proyecta para ser reconocida de esa y sólo de esa manera ya sea por las demás organizaciones o por sus usuarios.
La identidad por tanto es una construcción social y como tal es compleja pues no hay una característica precisa para decir que solo un rasgo la caracteriza, no, por el contrario, nos introducimos en el dilema de identificar que hay una enorme variedad de identidades dado que cada sujeto es diferente y de igual manera, las organizaciones, unas y otras, aunque manifiesten una determinada identidad sus acciones pueden proyectar lo contrario por ejemplo, en una organización escolar, puede ser que redacten en su planeación sus valores, incluso su misión y visión que determinan su identidad organizativa, pero la práctica cotidiana demuestra un comportamiento alejado de esa proyección y por ende, los sujetos que componen esa organización no se identifican plenamente con esos valores produciéndose entonces una incongruencia.
Si analizamos más a fondo la identidad tiene varios componentes, de entre los cuales se encuentra el discurso y los símbolos, el primero puede llegar a ser paradójico, como se ejemplificó anteriormente y lo segundo, derivados de estos significantes (individuo, organización) pueden tener diversos significados dependiendo de quién los emplee.
La identidad tiene diversas manifestaciones, al interior de la organización se puede percibir desde su infraestructura, la forma en cómo establecen sus mecanismos de control y la toma de decisiones; otra expresión de la identidad lo es la socialización y formas de interacción entre sus miembros, la disciplina, reglas, poder y autoridad así como su discurso.
Precisamente, como las organizaciones se crean en diversos contextos, de igual manera vamos a encontrar diversidad de identidades, un ejemplo sería el contexto escolar, donde la organización escolar forma la identidad de cada uno de sus miembros también de diferente carácter aún cuando como organización exprese su ideal de identidad.
Aquí cabe decir que la identidad se manifiesta a través del lenguaje que es su principal vía y se concreta con el comportamiento de quienes la expresan; lo que al interior de la organización conforma la cultura organizacional.
Desde mi particular punto de vista, considero que la identidad es un componente muy importante no nada más de la cultura organizacional sino de su política interna pues de ahí se derivan las modalidades de relación y su congruencia, quiero decir por ejemplo, que en la organización escolar, no es lo mismo la relación del director con sus maestros, que de los maestros con sus alumnos y viceversa y si nos propusiéramos analizar cada “micro” relación (porque la organización por eso se caracteriza, por todo un complejo de “micro” relaciones) nos daríamos cuenta que la identidad cobra diferente facetas aún cuando de forma manifiesta se haya expresado en una sola, con esto me refiero a lo que la organización escolar manifiesta en su proyección al exterior. En esta parte intento responder al primer cuestionamiento de la introducción y considero que los individuos sí se identifican con su organización porque satisface en diferente medida sus expectativas, solo que otro cuestionamiento sería ¿cubre sus expectativas organizacionales o personales? El comportamiento humano reitero, es complejo y quiero considerar la teoría de los cinco modelos de comportamiento, Zajonc insiste:
“La percepción y la cognición social crean una realidad social, que afecta tanto al que percibe como a los objetos percibidos…la percepción social requiere igual atención por ambos lados: el del observador o la persona que percibe y el de los objetos percibidos” (Zajonc, 1980: 202, en Pfeffer, 1997: 56)
En este tenor, la identidad organizacional se combina con las percepciones que tanto la organización tiene hacia sus miembros como de éstos hacia ella; la racionalidad, por ejemplo, en el modelo económico, se observa en que el comportamiento de los sujetos se basa en sus preferencias (interés y oportunismo) y en una lucha por el poder, de ahí que prevalezca la conveniencia de tomar tal o cual decisión dentro de su organización.
La organización, o más bien su parte administrativa emplea los incentivos como motivante para sus integrantes y éstos actúan de acuerdo a esos alicientes.
Los modelos de comportamiento por cuestión de análisis se revisan de forma separada, sin embargo, en el modelo económico se reflejan los contenidos de los modelos social, de racionalidad, moral y cognoscitivo porque para que el individuo pueda tomar una decisión se entremezclan sus percepciones, conocimientos (estructuras mentales), sus valores y las relaciones que pueda establecer con los demás. Para entender esta parte, se detallan los principales conceptos de cada modelo:
En el modelo económico el individuo cobra importancia en su individualidad y el interés o motivación constreñida por la organización y sus normas que provocan en el sujeto obediencia y fomentan la fidelidad al sistema, en este sentido la conducta del sujeto se vuelve un instrumento para cumplir los propósitos de la organización y no se sujeta a valores, es decir, solo el estímulo que la organización en la forma de incentivos le proporcione bajo ciertas condiciones será el detonante de su conducta que cumple lo que un tercero le delega en busca de la eficiencia, pero por otro lado, otra manifestación del comportamiento del sujeto es el oportunismo, ésta característica no se constriñe por el sistema u organización sino que busca su propia satisfacción, al respecto Williamson enuncia:
“El oportunismo incluye hacer amenazas y promesas falsas o huecas, es decir, en las que uno mismo no cree, con la expectativa de que, de ese modo, la ventaja individual se realice” (Williamson, 1975: 26 en Pfeffer, 1997:60)
El modelo económico tiene sus propias variantes y por ello, hay la posibilidad de que la conducta de los individuos discrepe de lo que posiblemente la organización pretenda para con sus miembros, quiero decir, que si el comportamiento es oportunista, termina incluso con la existencia de la organización e incluso actúa en detrimento del mismo sujeto respecto de su reputación. Volviendo al punto de la identidad, desde este modelo entiendo que entonces solo podemos hablar de la individualidad pues la organización es considerada como otro elemento contractual, generado por las relaciones entre los individuos. Finalmente, los sujetos compiten por lograr sus objetivos particulares, obviamente mediante las interacciones que establecen con los demás de manera voluntaria de manera que buscan su desarrollo personal y su prestigio llegando a actuar de acuerdo a sus intereses y a la motivación extrínseca que genere la organización en que se encuentra en contraposición a lo que se esperaría con la motivación intrínseca (por ello el modelo económico de comportamiento ha sido criticado sobre todo por la psicología social) concluyo que la identidad en la organización entonces abordada desde este modelo está supeditada a la conveniencia del sujeto, al mercado y a los intercambios voluntarios.
El modelo social de comportamiento en contraposición al modelo económico, centra su atención en el sujeto que es inherentemente social y a su vez generador del contexto en que se encuentra la organización, esto implica que consideremos para el análisis la posición en que se encuentran los individuos y las relaciones que establecen.
La interacción cobra importancia pues influye en el aspecto afectivo y cognitivo, de esto se deduce que como seres humanos proyectemos respuestas innatas y otras de lo que aprendemos con y de los demás, de ahí que muchas decisiones estén basadas en la opinión de otros lo que en la organización provoca que los sujetos tengan una impresión e incluso emitan juicios tanto de la organización como de lo que les corresponde hacer, esto se relaciona con la forma como cada persona se relaciona en red con otros la posibilidad de tener movilidad dependiendo del lugar que ocupe.
Otro aspecto relevante de este modelo es la influencia de la relación social en situaciones de incertidumbre pues propicia una toma de decisiones adecuada o pertinente en contraste con el modelo económico, pues en el modelo social cada persona se desenvuelve al mismo tiempo en dos ámbitos, el individual y el social en relación con otros, luego entonces no piensa nada más en su persona aún cuando los otros sí influyen en su comportamiento. La identidad vista desde el modelo social pareciera revestirse de cierta implicación, es decir del compromiso del sujeto para con su organización y tareas sin embargo se vulnera al momento de ser influenciado por otros. La organización también se desenvuelve de forma social con otras organizaciones claro que nivel mayor pues si en su interior se generan ciertas redes sociales, éstas se amplían al relacionarse al exterior con otras redes lo que hace todo un entramado social que a nivel organización se vea legitimada.
Otros conceptos de este modelo son el prestigio y la legitimación que pueden observarse en los tres niveles de interacción, es decir, entre individuos, entre organizaciones y de estos con el nivel social, de ahí que el prestigio funciona como la seguridad de base de una persona para poder competir y generar control, en el caso de la organización el prestigio proviene de los gerentes que con su actuar le dan legitimidad al influir en la relaciones interorganizacionales, al respecto D´Aveni afirma que: “…El prestigio se considera una indicación de que el gerente es competente, digno de crédito y confianza…” (D´Aveni, 1990: 121, 122; en Pfeffer, 1997: 78).
Mi opinión es que la legitimidad genera identidad al nivel organizacional, pues al ser auténtica promueve confianza y esto se ve reforzado por el prestigio de los gerentes que en su caso hacen las negociaciones con las demás organizaciones. Este análisis estructural proporciona más información cualitativa que si nos conformáramos con realizar un análisis meramente funcional como el modelo económico. Sin embargo ha faltado sistematización y un análisis más detallado para determinar el grado de influencia de las redes sociales así como de la garantía que puedan proporcionar para la supervivencia organizacional.
Para finalizar este modelo diré que la identidad a nivel individuo y organización se genera por el prestigio ya sea de la persona o de la organización (que en su caso es creada por sus gerentes) y que se legitiman por el impacto que crean en los demás o entre las otras organizaciones, ampliando la identidad en una red social.
El modelo de racionalidad retrospectiva de comportamiento, por su parte da cuenta de la auto percepción del sujeto como parte de su desarrollo cognoscitivo a través del tiempo contraponiéndose al modelo económico pues el individuo siente una motivación intrínseca aún cuando la organización promueva incentivos o sanciones que le perjudiquen, es decir, lo que prevalece es la reflexión que el ser humano hace de sí mismo, y la explicación con que justifica su proceder, esto le produce la sensación de tener una identidad que conforme actúe e incremente sus percepciones de que hace lo que le satisface, se verá fortalecida.
La autojustificación en este modelo opera a mi entendido como el modus vivendi del sujeto pues en todo momento siente la necesidad de reconocer y justificar que su conducta anterior fue válida y es algo que le “pesa” para continuar tomando decisiones aunque ponga en riesgo incluso su autoestima, por lo que actúa…”como si fuera científico social lego que infiere la causalidad de su propia conducta”. (Kelley, 1971 en Pfeffer, 1997: 88).
El comportamiento surge de la disonancia cognoscitiva que presenta el sujeto como reacción de la incongruencia presente entre lo que ha hecho antes y lo que tiene que hacer en ese instante, es decir, dos cogniciones que se presentan al mismo tiempo entran en conflicto, luego entonces, considero que la identidad en este modelo, surge en función de tal incongruencia, por ello, la motivación que llega a sentir el sujeto de cierta forma es idealizada en base a sus justificaciones y su racionalidad retrospectiva. Por otro lado, el riesgo que la organización corre con una persona que presenta esa disonancia es que su identidad organizacional se vea amenazada por el compromiso aparente; no obstante si el sujeto a pesar de esa disonancia, realmente se encuentra comprometido y se armoniza con la identidad de la organización entonces fortalece la suya obteniendo éxito.
Concluyo este modelo reconociendo que la identidad desde esta perspectiva es producto de la autopercepción y cognición del sujeto y que la identidad organizacional depende del desempeño de los individuos pues no siempre los incentivos o sanciones que promueva le garantizarán que influyan en su comportamiento.
El modelo moral de comportamiento describe el actuar de las personas que si bien buscan su satisfacción a través del placer, también buscan una estabilidad moral, por ello eligen los medios para actuar y a su vez en contraposición al modelo económico no se guían por los fines. En este tenor, la identidad del individuo se afirma y confirma cuando se conduce de acuerdo a sus valores morales.
Este patrón de actuación rescata la parte más sensible del ser humano y lo desliga de las “tentaciones” de competencia, poder o racionalidad que influyen en su proceder dando razón de ser a los otros modelos de comportamiento. El comportamiento moral es más fácil de predecir por lo que los parámetros de identidad de una organización pienso, se delimitan en función de lo que se espera que los sujetos hagan conforme a sus valores. Ambas identidades entonces, la de los sujetos y la de la organización pueden complementarse, sin embargo esto no puede afirmarse categóricamente ya que forma parte de los pendientes de investigación en este modelo de comportamiento. Desde mi perspectiva, considero que este tipo de conducta debería señalarse prioritaria en la investigación y sobre todo el cómo se relaciona precisamente con la identidad organizativa.
El último modelo de comportamiento es el cognoscitivo o interpretativo que de una manera u otra se entremezcla con los demás y suele confundirse, sin embargo, implica una constante evolución de las estructuras cognitivas de las personas porque el conocimiento se construye a cada momento, es una espiral ascendente sin fin. Quiero entender entonces, que una organización puede funcionar como generadora precisamente de conocimiento, como la analogía de Weick con las instantáneas que de acuerdo con sus palabras conforman las organizaciones y es cuando intervienen los procesos cognitivos que a su vez también son instantáneas volviéndolo una vorágine de crecimiento continuo, pues “…en estos procesos epistemológicos, los participantes construyen interactivamente tanto el conocimiento como el entorno” (Weick, 1979: 42, en Pfeffer, 1997: 104).
Este modelo se torna interesante pues puede observarse en la cotidianeidad cuando las personas emplean sus creencias para organizar sus conocimientos y entender su realidad y al mismo tiempo en las organizaciones, los gerentes aprovechan esos recursos generados por las personas para entonces crear el “discurso” de la organización que una vez relacionándolo con la identidad pues crea una pseudo compatibilidad entre lo que piensa y concibe la gente pero con la finalidad de que crean o se identifiquen con la organización.
Como puede observarse, la identidad vista desde los cinco modelos de comportamiento asume diferentes tintes por lo que una vez mas no podemos decir que hay una sola sino es todo un complejo de identidades que se da a su vez en diferentes niveles de relación ya sea entre individuos o entre organizaciones, lo que sí es un hecho, es que la identidad precisamente está ligada al ser humano como una cualidad y que, en determinados momentos juego el papel de interés, de valor o de conocimiento influyendo en el comportamiento de los sujetos .
En la organización, la identidad es creada y empleada con fines que beneficien los objetivos de la misma y se supedita a las interacciones y/o intereses de las personas.
Ahora bien, el comportamiento tiene un sustrato psíquico que es una construcción social y se complementa con el lenguaje, a su vez, éste favorece la identidad del sujeto a través de constructos que le permiten crear significados, lo que provoca que sea muy complejo, entonces hay que considerar el enfoque histórico-social pues en él apreciamos cómo se va construyendo la cultura que a su vez es un mecanismo de control y se proyecta por diversos mecanismos que constriñen a los participantes de manera que se modifique su comportamiento ya sea para su beneficio individual o para mejorar su desempeño organizacional.
La identidad que se va construyendo en una organización es diferente de un contexto a otro y esto se sustenta en la caracterología y tiene que ver no directamente con la organización sino con la cultura que la encierra, por ejemplo, la cultura occidental se caracteriza por ser individualista (las personas se identifican primordialmente como unidades y se socializan para conducirse de conformidad con sus preferencias personales) y en cambio, la cultura oriental es colectivista y las personas se identifican primordialmente como miembros de un grupo y se socializan para conducirse de acuerdo con las normas grupales, las restricciones de las funciones y las prescripciones sobre las situaciones.
Hasta el momento habíamos analizado el comportamiento influido por intereses y motivaciones personales como en el modelo económico, o supeditado a valores, incluso a la reflexión de la conducta y la autojustificación como en los modelos de racionalidad o moral pero incluso ni el modelo cognoscitivo nos puede dar cuenta de la personalidad del individuo, es así como cobran importancia las diferencias individuales y su influencia en las organizaciones pero, ¿y la identidad?, mi criterio al respecto es que la identidad desde la perspectiva del carácter, es parte de ese sustrato psíquico que, anteriormente mencionaba, se manifiesta a través del lenguaje que permite a su vez la construcción de significados que al mismo tiempo son negociados en la interacciones con otros, en este contexto, el ambiente organizacional también se torna diferente de otros.
La población que conforma una organización entonces, constituye su esencia más que la infraestructura o tecnología, he aquí su importancia pues a lo largo del tiempo se le había dado mucha importancia a la estructura o incluso al ambiente que rodea a la organización pero no es así porque la forma en cómo se comporta una organización está en relación directa con las interacciones en su interior.
Si ejemplificamos con una institución educativa, de manera personal me pude percatar de lo anteriormente expuesto en una comunidad al oriente del estado de Tlaxcala; en esa localidad, hay dos centros educativos cada uno con sus características propias en cuanto a infraestructura y su respectiva población educativa en su mayoría conformada por habitantes de ese lugar, cada organización escolar ha definido sus normas internas ya que comparten la normatividad y operatividad oficiales, así como la misma línea ideológica sindical. En la infraestructura, aún cuando cada una tiene su propio edificio, comparten el patio, respecto a las características de la población hay niños que están inscritos en una de esas instituciones y tienen familiares en la otra o viceversa; Sin embargo, cada uno de esos centros educativos se distingue en mucho del otro, es decir, uno se observa más disciplinado que el otro, los docentes se conducen “pareciera” más ordenados y convincentes en su prácticas que los de la otra escuela (hay que recordar que este testimonio tiene fundamento en mi percepción personal, pero resultaría bastante interesante realizar el diagnóstico), los padres de familia, actúan y responden a las exigencias de forma diferente y eso sí, ambas escuelas también comparten la cultura propia de la comunidad y a pesar de ello, son diferentes, por ello concuerdo con lo afirmado anteriormente respecto a que son las personas las que, con sus interacciones y relaciones, conforman el comportamiento organizacional y no como pudiera creerse acerca de la infraestructura o estructura organizacional.
En este contexto educativo la identidad se ubica en un campo bastante complejo porque se pueden observar diferentes percepciones, por ejemplo, los alumnos se identifican con sus compañeros o maestro al interior del aula en relación directa a la motivación intrínseca o extrínseca que se promueva ahí, por otro lado, por otro lado, puede tener otra identidad cuando viene camino a la escuela o cuando comparte el descanso en el patio de la escuela. Pasa lo mismo con los docentes, padres de familia e incluso el intendente, ello hace que la institución educativa contenga en su interior todo un universo de identidades, cada una de ellas proveniente de un ser humano con características únicas que lo diferencian de los demás.
La teoría caracterológica busca por ello encontrar el origen de ese carácter distintivo en los individuos, incluso intentando considerar el aspecto genético o incluso los afectos negativos y positivos que influyen en el comportamiento incluyendo lo que algunos investigadores han denominado los cinco grandes factores: “Los cinco grandes factores son extroversión, simpatía, escrupulosidad, estabilidad emocional y apertura hacia la experiencia. (Barrick y Mount, 1993:111, en Pfeffer, 1997: 41), desde esta perspectiva la identidad queda contemplada en aspectos afectivos como elementos indispensables para la interacción con los demás más que los cognitivos (no niego su vinculación con los procesos de aprendizaje o experiencia) como lo hubiera pensado cuando hablaba del peso del lenguaje en la construcción de significados, si bien es un elemento importante, el afecto en este caso es el detonante mayor para que un individuo se identifique con su organización y entonces, la identidad organizacional por su parte dependerá precisamente de las interacciones entre sus miembros y de las que establezca como organización con otras organizaciones habiendo en cada escenario experiencias y aprendizajes potenciales que determinarán junto con el carácter y el sustrato afectivo la identidad tanto del sujeto como de la organización.
Si bien ya hemos venido analizando desde los modelos de comportamiento el cómo se va construyendo la identidad o que sustrato tiene para entenderla y posteriormente revisamos la caracterología asumiendo que la identidad tenga un sustrato afectivo, es momento de introducirnos al estudio de la Teoría crítica que en términos generales tiene un sustento marxista.
La Teoría crítica, rescata el papel del ser humano, por ello dirige su atención a la estructura, en contraposición con el enfoque funcionalista del modelo económico que es el más dominante.
A esta teoría le preocupa la aparición, desaparición y cambio de las organizaciones, en este punto pienso que se correlaciona de cierta forma con la caracterología en el sentido que consideran a las interacciones en el interior de las organizaciones como el medio para incrementar su adaptabilidad al contexto, es decir, les dan más peso a las interacciones más que a la estructura organizacional, infraestructura o tecnología. Empero, las identidades desde esta corriente tiene el riesgo de ser aislada pues se puede apreciar en la definición que Alvesson y Willmoth hacen de la Teoría crítica:
“Una de los reclamos fundamentales de la Teoría Crítica es que las ciencias sociales pueden y deben contribuir a liberar a la gente de las tradiciones, ideologías, supuestos, relaciones del poder, formación de identidades…que son innecesariamente restrictivos e inhiben o distorsionan las oportunidades de autonomía, la aclaración de las necesidades y deseos genuinos y, en consecuencia, la satisfacción más profunda y duradera” (Alvesson y Willmoth, 1992:435, en Pfeffer, 1997: 245)
En consecuencia tal parece que para esta corriente la identidad restringe el comportamiento del individuo evitando que sea autónomo. Pero entonces ¿Qué es la identidad para la Teoría Crítica? Para poder comprender, hay que contextualizar la época en que la Teoría crítica y (de corte marxista) se desarrolló. En la década de los 70´s, cuando acababa la guerra de Vietnam, lo que significa que Estados Unidos fue el principal protagonista y su cultura se politizó por la recesión económica; fue un período donde se cuestionó el actuar de las figuras de autoridad que obviamente reproducían un sistema racional dominante.
Ese sistema dominante fue lo que el marxismo comenzó a criticar pues afirmó entonces, que las organizaciones eran sistemas de producción que habían establecido como instrumento de control a la jerarquía, en este sentido, para el análisis marxista, lo que más les preocupaba a las organizaciones y sus sistemas de control era precisamente el control sobre el proceso laboral y así, los sujetos tenían que pagar un enorme costo por pertenecer a la organización y alienarse para el logro de su eficiencia y poder competir en el mercado.
Desde este punto de vista considero que la identidad en los individuos era el producto de la alienación pues también en las organizaciones no había libertad individual para el control de tareas y se reducía la especialización, además de que se introduce el concepto de clase y con él ciertas consecuencias que repercuten en la preparación e incluso en el salario de los trabajadores, luego entonces el significado de identidad también depende de estos elementos.
Pareciera una paradoja entonces, que si reflexionamos nuevamente en la anterior cita de Alvesson y Willmoth en la que afirman que incluso la formación de la identidad es un aspecto restrictivo y limita la búsqueda de la autonomía, pues no han considerado tal vez que incluso el ser autónomo requiere de una identidad que finalmente estaría ligada nuevamente al afecto porque cuando el ser humano lucha por su plenitud y satisfacción sin la coerción de nadie más, entonces tiene bien definido quién es y qué quiere y esto solo lo ha podido lograr con un desarrollo pleno sea del género que sea porque incluso, dentro de la teoría crítica existe la teoría feminista que por cierto sin afán de menospreciar, requiere de más trabajo de investigación para poder analizar las cuestiones de poder y de manera personal, no considero viable para un análisis de identidad.


CONCLUSIÓN
El análisis histórico social señala a la identidad como un constructo social complejo porque si bien se origina en el comportamiento de los individuos, se ve matizada por los sustratos psíquico, lingüístico y afectivo generando respuestas hacia el medio que demuestran la identificación de la persona ya sea con su organización o consigo misma, las motivaciones que tiene para actuar de una u otra forma.
En la realidad lo que más podemos observar aún en nuestros días es el modelo económico de comportamiento, sin embargo, actualmente hay diversas situaciones por las que se busca rescatar el interés en el otro más que el ser oportunista, rescatar la reflexión y los valores como parte de la definición del ser humano con una identidad bien definida y con un actuar congruente y coherente con sus ideales.
La identidad en las organizaciones es algo que continuará siendo complicado debido a los múltiples cambios políticos, económicos, tecnológicos y sociales.


BILIOGRAFÍA
Diccionario de la Lengua Española, 22ª. Edición, 2001 http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=identidad
PFEFFER, Jeffrey. NUEVOS RUMBOS EN A TEORÍA DE LA ORGANIZACIÓN; Oxford, 1997 1ª. Edición P.p. 1 – 107, 243-258


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