Premios Nobel: <b>Williamson</b> y la teoría de la empresa

“La ‘ciencia de la organización’ del Nobel de Economía Oliver Williamson se propone como aparato conceptual alternativo al formidable y dominante aparato neoclásico”.
Un análisis de Vicente Donato, de la Università di Bologna.
Para comprender el aporte del premio Nobel de Economía 2009 Oliver Williamson al conocimiento científico actual, es necesario saber que fue él el principal cultor de una visión integrada entre teoria económica, teoría de la organizacion y doctrina jurídica. La llamó “ciencia de la organización” y la propuso como aparato conceptual alternativo al formidable y dominante aparato neoclásico dedicado a estudiar la organización económica contemporánea.
Para asignar los recursos económicos, no cuenta sólo el sistema de los precios: la organización es aún más importante. No es la propiedad, sino la organización y la administración, el factor crítico que permite gobernar eficientemente la producción de bienes públicos y privados. Es en estos puntos que se tocan los aportes científicos de Oliver Williamson y Elinor Olstrom, también premio Nobel 2009, designados este año por la Academia Sueca de Ciencias y el Banco de Suecia.
Unificando magistralmente los diversísismos aportes de J. Commons, R. Coase, F. Knight, F. Hayek y K. Arrow (en teoría económica), H. Simon y A. Chandler y M. Polanyi (en teoría de la organización) y K. Llewellyn, H. Shulman y S. Macaulay (doctrina jurídica sobre la contratación), Williamson construye una arquitectura conceptual que en las décadas del 70 y el 80 revolucionó la teoría de la empresa y de la organización industrial. El elenco de sus trabajos de los últimos treinta años es enorme, pero los hitos bibliográficos que marcaron su trayectoria intelectual y trascendieron los estrechos círculos de los especialistas fueron tres: Mercados y jerarquías: su análisis y sus implicaciones antitrust (1975, traducido al castellano por FCE), Las instituciones económicas del capitalismo (1986, también publicado en castellano por FCE) y The Mechanism of Governance (1996).
Antes de Williamson no existía una verdadera teoría de la empresa. Se estudiaban los mercados y la organización industrial pero no la empresa. Para estudiar el funcionamiento de los mercados y de la organización industrial, bastaba considerar a la empresa como un artefacto tecnológico maximizador de los beneficios. Es decir, una verdadera “caja negra” que transforma insumos en productos vendibles, minimizando los costos de producción.
Williamson, motorizando la convergencia de los conceptos provenientes de la teoria económica y de la teoría de la organización, abrió la “caja negra” y comenzó a describir su contenido. Utilizando los anteojos de R. Coase, descubrió que la empresa es un contenedor de “transacciones”, es decir, operaciones mediante las cuales un bien o servicio tecnológicamente separable en fases de producción pasa de un agente a otro. Las transacciones económicas pueden estar alojadas dentro de una empresa (transacciones internas) o fuera de ella. En el proceso del transar se incurre en costos especiales, son los denominados y famosos “costos de transaccion”.
En la visión propuesta por Williamson, la empresa ya no es un “artefacto tecnológico” que nace para aprovechar las economías de escala y reducir los costos de producción (como en la visión neoclásica), sino una especial “forma de gobierno” de las transacciones económicas cuyo objetivo es reducir los “costos de transacción”. Otra forma de gobierno de las transacciones económicas es el mercado y otra aún, los contratos. Empresas, mercados y contratos son tres formas alternativas de gobierno para la reducción de los costos de transacción. Tres instituciones econonómicas del capitalismo contemporáneo.
El secreto de la eficiencia de la organización económica contemporánea reside en la correcta asignación de cada transacción a la mejor forma de gobierno posible. Dado el ambiente institucional (con sus reglas de juego y grado de incertidumbre), algunas transacciones serán gobernadas más eficientemente por el mercado, otras por las empresas y otras aún, por un contrato establecido entre partes independientes. Las empresas existen porque son muy eficientes en gobernar transacciones que implican inversiones específicas en bienes y servicios esenciales para su propio proceso productivo. El mecanismo de mercado, en cambio, es más eficiente (reduce los costos de transacción) para gobernar aquellas transacciones que no impliquen inversiones cuya recuperación no sea inmediata. El contrato es la forma de gobierno eficiente para transacciones intermedias.
La revolución provocada por las investigaciones de Williamson en el campo de la microeconomía y de la organización industrial fue extraordinaria, pero aún no ha podido ser del todo internalizada por el mainstream de los economistas, a pesar de que ya ha sido incorporada, por ahora, como un cuerpo extraño en los manuales de economía.

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